Por: Alexander Britto
A principios del año 2008, 92 jóvenes profesionales del área de la conducta, y de diferentes localidades de la región del Cibao, comparecimos al recinto de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en Santiago de los Caballeros, para ser beneficiarios de una beca, auspiciada por el Instituto de Formación y Capacitación del Magisterio (INAFOCAM). Todos perseguíamos el mismo fin; cursar la maestría en Orientación Educativa e Intervención Psicopedagógica, que repito estaba siendo auspiciada por la citada entidad estatal.
Muchos de mis compañeros y compañeras, había esperado hasta 5 años para que llegara esta oportunidad, por lo que se pueden imaginar las tensiones que había en aquel lugar, ante la incertidumbre de no saber si estábamos dentro de los agraciados, sobre todo sabiendo que en el barco solo había cupo para 40 pasajeros y les repito allí estábamos como un fiel guardia, 92 que no estábamos dispuestos ningunos a ceder nuestros puestos.
La capitana del buque insigne, “la dura de Ana Dolores Contreras” como le dice una amiga, listado en manos, leyó el nombre de las personas que debían abordar. Algunos cuyos nombres no figuraron allí, se rindieron a la primera estocada, mientras que otros, acostumbrados a librar duras batallas y luchar con la braveza de este mar y ganar, como es mi caso, nos quedamos allí a pesar de no figurar en el primer listado como tripulantes, alentado por saber que una oportunidad como esa no se repetiría en muchos años más, por lo que estábamos dispuestos a dejar el pellejo de ser menester.
La mayoría que no se hallaron en la lista, simplemente se retiraron. Luego el barco comenzó lento su despegue y la carga se fue arreglando en el camino. Llegó el día de la primera lección, y según la capitana, estábamos atrasados, unos cuantos nudos, por lo que debíamos bogar a toda vela, pero aun insistía en que la embarcación no resistía tanto peso, por lo que algunos más debían saltar, y así ocurrió, algunos no resistieron la lucha y como aun estábamos cerca de la orilla, pudieron salir ilesos.
En la segunda clase, con la insigne auxiliar de navegación, y maestra de generaciones, Doris Frías, ya mi nombre figuraba en el listado, y eso me alegró bastante. El caso es que ciertamente, la sabiduría y la experiencia de los demás edad, tubo la razón nuevamente, y la carga se arregló en el caminó. 40 con pasaporte oficial, y 5 con pase de otra embarcación, llamada, UASD, nos embarcamos en una travesía que duró 2 años y 5 meses exactamente.
Debo repetir como lo he dicho en otras círculos; que al inicio de esta aventura, pensé que mi experiencia solo seria formativa, pero hoy, comprendo, que estaba “felizmente equivocado”. Si bien es cierto, que como aprendiz, en esta embarcación sucedieron experiencias que aportaron muchísimos elementos positivos y que me definen como posible capitán (y se que a mis compañeros y compañeras también) ; no menos cierto es, que el compartir diferentes experiencias, con mis compañeros y compañeras de otros mares; algunas muy alegres y emotivas, y otras no tan alegres, nos ha servido para ser más humano y más sensible, haciéndome creer que aun hay personas maravillosas, en este mundo donde prima la lucha de poder y el individualismo. Gracias a estos valerosos seres humanos, de la región del Cibao, hoy soy mejor profesional, pero mejor que eso gracias a ellos y ellas, me siento ser hoy mejor ser humano que ayer ¡Gracias compañeros y compañeras de navegación!
No podemos negar que en algunas ocasiones, los ánimos, estaban caídos, y muchos de nosotros, intentaron abandonar el barco en alta mar, pero la chispa que nos inyectaban, compañeras y compañeros valerosos, que Dios los puso allí para eso, nos levantaba. Algunas ni siquiera hablaban, pero el solo hecho estar allí, y saber que hacían tanto esfuerzo para superarse, servia de motivo invaluable.
Hoy hemos terminado la travesía, y la tripulación ya visualiza, el puerto. Allí vemos ondear las banderas en manos de nuestros familiares, amigos y amigas, quienes nos esperaron como Penélope espero a su amado, y quienes siempre creyeron que podíamos llegar a puerto seguro y no les defraudamos. El barco tocará puerto este sábado 28 a las 10 de la mañana. Allí todos y todas recibiremos nuestros pergaminos que nos acredita como “ Magister de inclemencias, peregrinos incansables, luchadores de marfil, forastero con nostalgia del hogar”.
Será la ultima reunión juntos, luego de lo cual, cada uno/a se irá a su patria chica, a hacer mejor lo que antes hacíamos bien. Ya casi, casi, podemos gritar ¡libres! Y no porque tuviésemos cautivos, sino porque la proeza lograda por este grupo héroes y heroínas anónimos, es doblemente heroica, sabiendo que pertenecemos al selecto grupo del 3% de tripulantes, que logran cruzar la barrera que ya nosotros atravesamos y llegar a capitán
¡Aquí estamos!, tan fuertes y dispuestos como al principio, tan optimistas y decididos como al inicio, tan perseverantes como el que más, esperando otra oportunidad para avanzar un poquito más en este mundo que Dios nos permitió habitar y donde aun hay esperanzas.
¡Ya nos vamos! Auque Cuesta mucho creerlo, es así, atrás quedaron los recuerdos de las aguas impetuosas, que lucharon sin éxito, por detener nuestra avanzada, nosotros vencimos y la experiencia es indescriptible. Cuando me invada la nostalgia, como en este momento cuando escribo estas líneas, miraré al nordeste, por donde sale cada día el sol. De allí, Se que me vendrá el aliento, y el consuelo, porque existen personas que es difícil describirlas con palabras orgullosas de ser de allí.
¡Adelante compañeros y compañeras, La cima es la meta y allí será la próxima cita!…..
Con el cariño de siempre:
Alexander de Jesús Brito, y sin modestia alguna porque fue muy bien ganado, M.A.
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