Alexander Britto.
La adolescencia es la etapa más difícil del ser humano, la edad de inicio de la misma varia en varones y hembras, y también cambia dependiendo de la nacionalidad y la cultura. Lo cierto es que ya sea en oriente o en occidente, las dificultades que enfrentan los adolescentes desde son las mismos: rebeldía, incomprensión, indecisión, depresión, ilusión, surrealismo, deseo de independencia y orgullo.
Al hablar de adolescencia estamos hablando de carencias: carencia de experiencia, sobre todo. Los griegos llamaban adolescentes a toda persona que ya sea por edad o conducta solía comportarse de un modo errático y sin reparar en consecuencias.
Hoy día los padres de hijos hijas adolescentes enfrentan una difícil situación. Muchos son los que se confiesan impotentes para lidiar con ellos, porque en la mayoría de los casos, los y las adolescentes suelen exceder en requisitos, a las posibilidades de los padres. Es importante dejar claro que el trabajo con los adolescentes no ha de iniciar cuando llegan a la edad de independencia, es un proceso que inicia muchos años atrás, cuando aun son niños y se dejan guiar por los padres. Cada incidente de los niños: berrinches, malcriadaza, megalomanía, egocentrismo, representa una verdadera oportunidad para enseñar a los hijos el verdadero color de la vida.
Un niño criado por padres consentidores y sin una fuerte base de disciplina, sin duda de adolescente mostrara conducta ególatra, y manifestará sentimiento de superioridad. Por el contrario, el niño que cuanta con padres responsables y que les hacen vivir la realidad de la vida, tendrán adolescentes, realistas altruistas y para nada presumidos.
Un elemento dañino en la crianza de los hijos, es la sobreprotección. Es cierto que Vivimos en un mundo de peligros, sin embargo la sobre protección no ayuda a los niños, mas bien lo invalida y les impide el aprendizaje y la resolución de problemas simples. Un buen ejemplo de esto lo representan los padres de hijos únicos, quienes se empeñan tanto en sus hijos que los invalidan; hay que dejar que ellos aprenden de sus errores.
De todos modos los padres de adolescentes enfrentan un gran desafío. Por un lado la presión de grupos, a lo cual muchos seden por temor a perder los amigos; por otro lado la presión de los padres, quienes en muchas ocasiones ponen cargas sobres sus hijos que ellos nunca fueron capaces de llevar, ni de mover siquiera. En todo caso, una comunicación, franca y abierta, seguida de confianza y respeto, sigue siendo la mejor formula para tratar a los adolescentes.
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