viernes, 30 de octubre de 2009

APOYO FAMILIAR Y ESTABILIDAD EMOCIONAL

Por Alexander De Jesús Britto

Orientador Profesional

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Por fortuna han pasado los días en que se ignoraba o minimizaba la contribución del padre al desarrollo de sus hijos. Los comerciales de televisión muestran a padres cambiando el pañal de su hijo y bañándolo, los almacenes ofrecen coches para niños con manijas más largas y cargadores que se adaptan a los hombres de más de 1.80 m. de estatura. Asimismo, los psicólogos emprenden más investigaciones acerca del rol del padre en la vida del niño.

Los hallazgos de tales investigaciones señalan la importancia de una paternidad sensible y afectiva. En el primer año de vida se establecen lazos estrechos entre los bebés y los padres, quienes ejercerán una gran influencia en el desarrollo social, emocional y cognoscitivo del niño.

Muchos papás establecen fuertes lazos con sus hijos poco después del nacimiento. Los nuevos padres admiran con orgullo a sus bebés y se sienten obligados a cargarlos. Los bebes contribuyen a mantener los lazos al hacer lo que todo bebé normal hace; abrir los ojos, agarrar los dedos o moverse en los brazos de los padres.

A los tres meses de edad es posible predecir la seguridad del vínculo entre padre e hijo. Los papás que se sienten satisfechos con sus hijos de tres meses, saben que son importantes en el desarrollo de los bebés, responden a sus necesidades, tienen como prioridad pasar tiempo con ellos y pueden lograr establecer un vínculo seguro a la edad de un año.

Los bebes desarrollan vínculos con ambos padres casi al mismo tiempo. En un estudio clásico, los bebés de un año en adelante protestaron de igual manera por la separación del padre y de la madre, mientras que los bebés de nueve meses o menos sólo protestaron por la separación de la madre. Cuando ambos padres estaban presentes, un poco más de la mitad de los bebés buscaban a la madre, pero casi la mitad mostró tanta o mayor inclinación hacia su padre.

Otro estudio encontró que aunque los bebés preferían el padre o la madre antes que un extraño, se inclinaban más por la madre que por el padre, sobre todo cuando estaban disgustados. Esto se presenta porque normalmente las madres cuidan más a menudo a los bebes. Sería interesante saber si el vínculo padre – hijo cambia en los hogares en donde el padre les brinda los cuidados primordiales.

A pesar de la creencia corriente de que las mueres están predispuestas biológicamente para cuidar a los bebés, las investigaciones señalan que los padres pueden ser igual de sensibles y afectivos frente a los infantes. Los padres hablan el "lenguaje materno", ajustan el ritmo de alimentación a las señales de los bebés y cuando ven llorar o sonreír a los infantes frente a un aparato de televisión sus respuestas fisiológicas (cambios en la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la conductancia de la piel) son similares a los de las madres. Sin embargo, normalmente los padres no son tan sensibles como las madres. En genera asumen un rol menos activo en la crianza del niño, y la cantidad de cuidado que brinda al bebé es el factor principal para determinar cuán sensible es un adulto frente a las señales de los bebés.

No obstante, la cantidad de cuidado que los hombres brindan a los bebés está aumentando en los países industrializados. Un estudio realizado con 48 padres irlandeses de clase obrera encontró un alto nivel de cuidado a los niños y una fuerte relación entre el cuidado del padre y los puntajes obtenidos a la edad de un año en las pruebas cognoscitivas. Estos padres hablaban a sus bebés, jugaban con ellos, los alimentaban, les cambiaban los pañales, los consolaban y les cantaban. Los hombres más dispuestos a cuidar sus niños eran los jóvenes cuyo matrimonio marchaba bien, estuvieron en el parto, modificaron sus horarios de trabajo y compartían los trabajos domésticos con sus esposas.

En los Estados Unidos, los padres cuidan a los bebes menos de lo que juegan con ellos y tienden a realizar muchas actividades de modo diferente de como las ejecutan las madres, los padres que grabaron videocintas cara a cara con infantes entre dos y 25 semanas, en general proveen una serie de estallidos de estímulos intensos y de corta duración, mientras que las madres se muestran más tiernas y rítmicas. Los papás dan palmaditas a los bebés, las madres les hablan con dulzura. Los padres lanzan al aire a los bebés y forcejean con los que empiezan a caminar; las madres en general juegan con ellos de manera apacible, les cantan y les leen cuentos.

Sin embargo, este estilo de juego no es característico de todas las culturas. Por ejemplo, los padres suecos y los alemanes por lo general no juegan con los hijos de esta manera. El hecho de que los infantes suecos muestren mayores comportamientos de vínculo hacía las madres que hacía los padres (diferente de lo que ocurre con los bebés estadounidenses, que muestran igual tendencia hacia ambos padres) indica que la diferencia en el estilo dejuego en los Estados Unidos debe cumplir un rol importante en el fomento del vínculo entre el padre y tu hijo. De manera similar, los juegos vigorosos entre padre e hijo no se encuentran en los pigmeos aka de África. De nuevo se observan diferencias en el modo como actúan los padres frente a tus hijos en las diversas culturas.

La manera como los padres se involucran está determinada por diversas circunstancias, una de las cuales es la actitud de la madre. Ella normalmente es la portera del acercamiento del padre con el hijo, tanto en las acciones directas que realiza como en lo que habla acerca de él. Otra circunstancia es ejemplo de la madre, las mujeres que trabajan tiempo completo estimulan más a sus bebés que las que permanecen en el hogar, y juegan con los bebés más que los papás. A pesar del trabajo, emplean más tiempo que los padres para cuidar a los bebés. Un estudio realizado con papás que cuidaban a sus hijos encontró que se comportaban más como madres que como padres "típicos".

Es evidente que los roles y las expectativas sociales, lo que padres y madres deben hacer, influyen en el estilo de interacción con los hijos.

Las diferencias biológicas y sociales entre hombre y mujer contribuyen a que el rol de cada padre sea único en la familia y la contribución de cada uno, especial. Por ejemplo, la característica física de los juegos en que participan los padres ofrece a los bebés estímulos y retos para superar los temores. Durante los dos primeros años, sonríen y "conversan" más con el padre, debido quizá a que él constituye una novedad.

Un estudio realizado con niños que empezaban a caminar (dos tercios de los cuales eran hijos de mujeres que trabajaban fuera del hogar) mostró los beneficios que produce el que el padre se involucre en los juegos y en el cuidado de los niños, en especial cuando su actitud es afectiva y positiva. El comportamiento del padre tuvo especial importancia en el desarrollo de la competencia para resolver problemas, y aunque el comportamiento de la madre tuvo mayor impacto en a relación, la interacción con el padre ayudó a crear vínculos más seguros con la madre. Además, el vínculo de seguridad con el papá contribuye a que el niño establezca amistades más estrechas a la edad de cinco años.

El padre también contribuye de manera importante en la adquisición de independencia de los niños que empiezan a caminar. Un estudio se centró en observar la interacción de 44 niños y niñas de dos años de edad con las madres y los padres (que fueron quienes les brindaron los cuidados primarios). A los padres se les dieron instrucciones para que lograran que los niños se alejaran de los juguetes y no tocaran un magnetófono. Tanto la madre como el padre se relacionaron de modo similar con los hijos. En consecuencia, parece que los papás no representan el papel de familia disciplinaria aunque actúan de manera menos estereotipada.

Como ya se ha dicho, los adultos actúan de modo diferente frente a los bebés, y esto depende de si son niños o niñas. Esta diferencia se nota más en los padres que en las madres, aun durante el primer año de vida del bebé. En el segundo año esta diferencia de intensifica: los papás conversan y dedican más tiempo a los hijos que a las hijas. Por estas razones, los padres más que las madres parecen ayudar a desarrollar la identidad de género y el rol de género, proceso por el cual los niños aprenden los comportamientos que la sociedad considera apropiados para cada sexo.

Los padres también pueden influir más que las madres en el desarrollo cognoscitivo de los hijos. Cuanto más atención preste un padre a su hijo varón, más inteligente, alerta, curioso y alegre se mostrará entre los cinco y los seis meses. Los niños que crecen sin padre se retrasan en su proceso cognoscitivo frente a los que se crían con los dos padres, aun cuando en ambos casos la madre actúe de igual manera. Este hallazgo puede reforzar las evidencias de que el padre es muy importante en el desarrollo cognoscitivo o mostrar que crecer en un hogar con un solo padre acarrea desventajas económicas o sociales.

El mismo hecho de que los dos padres tengan personalidades diferentes (no importa de que tipo sean) influye en el desarrollo en formas no conocidas todavía. Por ejemplo, no se sabe qué efectos surjan del proceso de aprendizaje de los niños de modo que la misma acción origine diferentes reacciones de la madre y del padre. Sin embargo, parece claro que cualquiera de los dos que desempeñe el papel más duradero en la vida cotidiana del niño ejercerá en él una influencia decisiva.

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