lunes, 31 de agosto de 2009

LA VERDADERA HISTORIA DE LA MUJER .

LA VERDADERA HISTORIA DE LA MUJER .
Por: Alexander De Jesus Britto
Orientador profesional
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Cuenta una leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenia más de que disponer.

Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto: Tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, a esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del rayo del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne, y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve. Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.

Después de una semana vino el hombre y le dijo: Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla intensamente, llora sin motivo, se divierte en hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque NO PUEDO VIVIR CON ELLA.

Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.

Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo: Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mi, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al tacto. Devuélvemela, porque NO PUEDO VIVIR SIN ELLA.

domingo, 30 de agosto de 2009

LA FAMILIA COMO CONTEXTO NATURAL DEL DESAROLLO

La familia como contexto natural del desarrollo

Por Alexander De Jesús Brito

Orientador profesional


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La familia constituye el contexto primario del desarrollo de los individuos. Allí se conforman las actitudes y valores esenciales con los que se enfrentará la vida y sus desafíos. Un sistema familiar funcional, ofrece a sus miembros un contexto sano, donde sus necesidades encuentran respuestas. Por el contrario, una familia disfuncional se asocia a la aparición de conflictos y dificultades emocionales en los individuos que la integran.

Sin embargo, esto no significa que las familias deben ser perfectas y no tener problemas ni crisis. Una familia funcional enfrenta dificultades, a lo largo de su ciclo vital pero desarrolla recursos, promueve cambios y encuentra formas alternativas para solucionarlas.

Existen dos tipos de funciones primarias que competen a la familia: las funciones de cuidado (nurtura) y las funciones de socialización. A través de las primeras, los/as niños/as, reciben desde antes de su nacimiento, el cuidado y protección indispensables para su sobrevivencia, dado que el ser humano es altamente vulnerable y dependiente en las primeras etapas de la vida.

Las funciones de cuidado están orientadas no sólo a garantizar la vida (alimentación, protección, higiene) sino también a desarrollar la seguridad básica y los vínculos emocionales que sostienen la supervivencia emocional (afecto, pertenencia, aceptación, permanencia en las relaciones) por tanto, estarán presentes siempre en la relación padres hijos/as, solo que en intensidad variable a través de la vida.

Las funciones socializadoras tienen como objetivo, transmitir la cultura y las pautas de comportamiento aceptadas en el grupo familiar y social. Constituyen herramientas de aprendizaje indispensables para el desarrollo del auto control, el reconocimiento de los límites y la internalización de valores, normas y principios.

Ambas funciones se complementan para ofrecer un ambiente seguro, estable y predecible en el cual los/as niños/as se desarrollen de forma sana.
La familia atraviesa por distintas etapas, cada una de las cuales contempla características y tareas diferentes.


En la etapa de formación de parejas se abarca generalmente el noviazgo y el primer período del matrimonio. La nueva pareja desarrolla gradualmente las pautas de relación con las que funcionará. Es aquí donde se comienzan a evidenciar las diferencias y las similitudes en gustos, necesidades, preferencias, hábitos y este descubrimiento puede acompañarse de desacuerdos y temores, que son parte de la etapa.

Los miembros de la pareja necesitarán esforzarse por entender el estilo de su compañero/a, sus prioridades, expectativas y sus límites.

Durante este período la pareja necesita poner en práctica sus habilidades de comunicación y negociación, para asimilar y enfrentar las diferencias que van surgiendo en áreas tan cotidianas como horarios, ambiente físico y actividades, pero también en otros aspectos mas sensibles, como pueden ser las relaciones con la familia y los/las amigos/as de cada uno.

Se trata en esencia de ir ganando integración como pareja, sin que necesariamente se pierdan los aspectos individuales.

La segunda etapa que es la de familias con hijos se inicia con el nacimiento del/la primer/a hijo/a, cuando el sistema se vuelve mas complejo por la entrada de un nuevo miembro. Hasta ese momento los cónyuges funcionaban uno en relación al otro, ahora deberán orientarse a su rol de padre y madre, para responder a las necesidades del/la hijo/a, manteniendo al mismo tiempo sus pautas de relación como pareja.

Los riesgos mas frecuentes en esta etapa se relacionan en la sobre-involucramiento de la madre con el/la hijo/a y la tendencia del padre a desligarse y enfocar su atención en el trabajo y otros contextos extrafamiliares, debido a la gran dependencia del/la niño/a de su madre. Esta forma de funcionar cuando se está instalando en cada uno el rol de padre y madre, puede provocar sentimientos negativos en ambos. Por un lado la madre puede sentirse sobrecargada y con escaso apoyo, mientras que el padre en ocasiones se percibe como fuera del sistema, experimentada la sensación de no tener lugar.

Es necesario discutir estos aspectos de la interacción, promoviendo la participación del padre en los cuidados del/la niño/a y protegiendo el espacio de pareja.

En la medida que el/la primer/a hijo/a crece, la familia deberá ir adaptándose a los cambios, creando reglas nuevas y enfrentando desafíos que incluyen la participación de otras personas y contextos (médicos, abuelos, tíos, familias con niños/as de la misma edad); asimismo, la pareja necesitará establecer acuerdos en cuanto a los patrones de crianza que implementaran. Cuando nacen otros/as hijos/as, el funcionamiento familiar deberá reorganizarse nuevamente para adecuarse a las exigencias que suponen para el padre y la madre dividir su atención y sus cuidados, lidiar con la relación entre hermanos/as y otras necesidades que puedan surgir.

Todos estos cambios y ajustes pueden darse con una dosis de tensión y muchas veces provocaran conflictos que la joven familia deberá aprender a enfrentar.


En los casos en que ha ocurrido una separación o la muerte de uno de los cónyuges, el padre o la medre que se queda en el “nido vacío”, necesitará igualmente reencausar sus intereses y prioridades hacia objetivos personales, cuando ya los/las hijos/as no requieren el grado de atención y esfuerzo que antes se debía dedicar a este rol. En muchas familias es necesario combinar estas tareas de desarrollo individual con la llegada de los/las nietos/as y a menudo con la atención a los propios padres ya envejecíentes.

Cualquiera que sea la etapa en que se encuentre una familia lo más importante para el desarrollo sano de los/las hijos/as será el tipo de ambiente que predomina; esto sin importar el nivel socio-económico o educativo de los padres y madres. Una familia donde las crisis y conflictos naturales no se resuelven adecuadamente, donde se irrespeta el derecho de algunos de sus miembros, donde existen conductas violentas o descalificantes generan un clima hostil, donde la confianza, la seguridad y el afecto se distorsionan, provocando con frecuencia trastornos emocionales en los/as propios adultos/as y niños/as.

Por el contrario, un ambiente familiar que prioriza el respeto, el bienestar de sus miembros, donde las desavenencias se pueden enfrentar de forma constructiva y sin temor a perder el afecto de los demás, donde los limites se establecen de forma firme pero positiva, contribuye a desarrollar niños y niñas con un buen concepto de si mismos/as y mejor preparados/as para enfrentar la adolescencia y la adultez.



El escritor es orientador profesional
penieljb@hotmail.com




EL ESTRES Y SU MANEJO

Como manejar el estrés en situaciones traumáticas.

Por Alexander De Jesús Brito

Orientador profesional


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Los desastres a menudo son inesperados, repentinos y sobrecogedores. En algunos casos, no hay signos aparentemente visibles de lesión física en las personas, sin embargo puede haber un daño emocional profundo. Es común que las personas que soportaron situaciones traumáticas tengan reacciones emocionales muy fuertes. Entender las respuestas normales a estos sucesos anormales puede ayudarlo a sobrellevar eficazmente sus sentimientos, pensamientos y conductas y ayudarlo mientras se recupera.

¿Qué sucede con las personas después de un desastre u otro suceso traumático?
El shock y la negación son respuestas típicas al terrorismo, los desastres y otras clases de trauma, en especial poco tiempo después del hecho. Tanto el shock como la negación son reacciones de protección normales.

El shock es una alteración repentina y a menudo intensa de su estado emocional, que puede hacer que se sienta pasmado o aturdido. La negación implica no reconocer que ha sucedido algo muy estresante, o no experimentar totalmente la intensidad del suceso. Puede sentirse temporalmente atontado o desconectado de la realidad.

Una vez que pasa el shock inicial, las reacciones varían de una persona a otra. Sin embargo, las siguientes son respuestas normales a un suceso traumático:

Los sentimientos se vuelven intensos y a veces impredecibles. Uno puede volverse más irritable de lo habitual, y puede haber cambios radicales y oscilantes en el estado de ánimo. Se puede estar especialmente ansioso o nervioso, o incluso deprimido.
Los pensamientos y patrones de conducta se ven afectados por el trauma. Puede tener recuerdos repetidos y vívidos del suceso. Estas escenas retrospectivas pueden ocurrir sin motivo aparente y pueden producir reacciones físicas, como latidos cardíacos veloces o sudoración. Puede tener dificultad para concentrarse o tomar decisiones, o confundirse con más facilidad. Los patrones de sueño y alimentación también pueden verse afectados.

Las reacciones emocionales recurrentes son comunes. Los aniversarios del suceso, después de cumplirse un mes o un año, así como los recordatorios, como réplicas de terremoto o los sonidos de sirenas, pueden desencadenar recuerdos tristes de la experiencia traumática. Estas "situaciones desencadenantes" pueden estar acompañadas de temores a que el evento estresante vuelva a repetirse.
Las relaciones interpersonales se vuelven a menudo tensas. Es común que existan mayores conflictos, como por ejemplo discusiones más frecuentes con familiares y compañeros de trabajo. Por otro lado, puede volverse retraído y solitario, y evitar actividades habituales.

El estrés extremo puede estar acompañado de síntomas físicos. Por ejemplo, dolor de cabeza, náuseas y dolor en el pecho. Estos pueden ser el resultado del trauma, y pueden requerir atención médica. Las condiciones médicas preexistentes pueden empeorar debido al estrés.
¿Cómo responden las personas de manera diferente con el paso del tiempo?

Es importante comprender que no hay un patrón de reacción ?estándar? al estrés extremo provocado por experiencias traumáticas. Algunas personas responden de inmediato, mientras que otras tienen reacciones retrasadas, que toman a veces meses o incluso años en aparecer. Algunas personas tienen efectos adversos durante un largo período, mientras que otras se recuperan bastante rápido.

Las reacciones pueden cambiar con el paso del tiempo. Algunas personas que sufrieron traumas sintieron que inicialmente el suceso les dio fuerzas para ayudarles con el desafío de sobrellevarlos, pero después se sintieron desanimados o deprimidos.

Varios factores afectan la cantidad de tiempo necesaria para la recuperación, entre ellos:

El grado de intensidad y pérdida. Los sucesos que duran más tiempo y presentan una mayor amenaza, y donde hay víctimas que lamentar o pérdida considerable de la propiedad, suelen demoran más tiempo en resolverse.
La capacidad general de una persona para sobrellevar situaciones que suponen desafíos emocionales. A las personas que ya manejaron otras circunstancias estresantes y difíciles puede resultarles más fácil sobrellevar el trauma.

Otros sucesos estresantes que antecedieron a la experiencia traumática. Las personas que enfrentan otras situaciones emocionalmente desafiantes, como problemas de salud graves o dificultades relacionadas con la familia, pueden tener reacciones más intensas al nuevo suceso estresante y necesitar más tiempo para recuperarse.

¿Cómo debería ayudarme a mí mismo y a mi familia?

Hay varios pasos que puede seguir para ayudar a restablecer el bienestar emocional y a sentir control después de un acto terrorista, un desastre u otra experiencia traumática, que incluyen lo siguiente:

Darse tiempo para sanar. Anticipe que será un momento difícil en su vida. Desahóguese y lamente las pérdidas que experimentó. Intente ser paciente con los cambios en su estado emocional.

Solicitar apoyo de las personas que se preocupan por usted, que escuchan y entienden su situación. No obstante, tenga en cuenta que su sistema de apoyo usual puede verse debilitado, si aquellos que son cercanos a usted también han pasado por el mismo trauma o han sido testigos de él.

Comunicar su experiencia de la forma en que se sienta cómodo, hablando con la familia o amigos cercanos o escribiendo un diario.

Averiguar sobre grupos de apoyo locales que suelen estar disponibles para quienes sufrieron desastres naturales o para mujeres que fueron víctimas de violación. Estos pueden ser especialmente útiles para personas con sistemas de apoyo personal limitados.

Intentar buscar grupos liderados por profesionales capacitados apropiadamente y con experiencia. La terapia de grupo puede ayudar a las personas a darse cuenta de que otros individuos en las mismas circunstancias suelen tener reacciones y emociones similares a las suyas.

Participar en conductas saludables para mejorar su capacidad para sobrellevar el estrés excesivo. Consuma comidas bien balanceadas y descanse mucho. Si experimenta dificultades continuas para dormir, puede hallar alivio a través de técnicas de relajación. Evite el alcohol y las drogas.

Establecer o restablecer rutinas, como comer comidas en horarios regulares y seguir un programa de ejercicios. Tómese un tiempo para apartarse de las exigencias de la vida diaria para dedicarlo a pasatiempos u otras actividades placenteras.

En lo posible, evitar la toma de decisiones importantes, como un cambio de carrera o empleo, porque estas actividades tienden a ser sumamente estresantes.

¿Cómo atiendo las necesidades especiales de los niños?

La intensa ansiedad y temor que suele aparecer después de un desastre u otro suceso traumático puede resultar especialmente difícil para los niños. Algunos niños pueden hacer una regresión y mostrar conductas de cuando eran más pequeños, como chuparse el dedo o orinarse en la cama. Los niños pueden ser más propensos a las pesadillas y al temor de dormir solos.
También puede verse afectado el rendimiento escolar. Otros cambios en los patrones de conducta pueden incluir hacer berrinches con mayor frecuencia o retraerse y volverse más solitarios.

Hay varias cosas que los padres y otras personas que cuidan a los niños pueden hacer para ayudar a aliviar las consecuencias emocionales del trauma. Entre éstas están las siguientes:

· Pasar más tiempo con los niños y permitirles que dependan más de usted durante los meses posteriores al trauma. Por ejemplo, permítale a sus hijos que estén más pegados a usted de lo habitual. El afecto físico es muy reconfortante para los niños que experimentaron un trauma.
Brindar experiencias de juego para ayudarlos a aliviar la tensión. A los niños más pequeños en especial puede resultarles más fácil compartir sus ideas y sentimientos sobre el suceso mediante actividades no verbales como dibujar.

Alentar a los niños más grandes a hablar con usted, y entre sí, sobre sus pensamientos y sentimientos. Esto ayuda a reducir su confusión y ansiedad relacionada con el trauma. Responda a preguntas en términos que ellos puedan comprender. Asegúreles una y otra vez que usted se preocupa por ellos y que entiende sus miedos y preocupaciones.

Tener horarios regulares para actividades como comer, jugar e irse a dormir, con el fin de ayudarlos a restablecer una sensación de seguridad y normalidad.

¿Cuándo debo buscar ayuda profesional?

Muchas personas son capaces de sobrellevar eficazmente las exigencias emocionales y físicas, que acarrea un desastre natural u otra experiencia traumática, usando sus propios sistemas de apoyo. No es inusual, sin embargo, descubrir que los problemas graves persisten y continúan interfiriendo con la vida diaria. Por ejemplo, algunos pueden sentir un nerviosismo abrumador o una tristeza persistente que afecta negativamente el desempeño laboral y las relaciones interpersonales.

Las personas con reacciones prolongadas que afectan su funcionamiento diario deberían consultar a un profesional de la salud mental capacitado y con experiencia. Los psicólogos y otros proveedores de salud mental adecuados ayudan a educar a las personas sobre las respuestas normales al estrés extremo. Estos profesionales trabajan con personas que tienen traumas para ayudarlas a hallar maneras constructivas de lidiar con el impacto emocional.

Con los niños, las explosiones emocionales continuas y agresivas, graves problemas en la escuela, preocupación por el suceso traumático, retraimiento continuo y extremo, y otros signos de ansiedad intensa o dificultades emocionales, señalan la necesidad de asistencia profesional. Un profesional de la salud mental calificado puede ayudar a los niños y a sus padres a entender y sobrellevar, sentimientos y conductas resultantes del trauma.