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Alexander Britto |
Las elecciones presidenciales, desatan
todo tipo de pasiones; son tan frecuentes los chismes, dímete y direte,
calumnias, estupideces, insensatez, y un sinnúmeros de bobadas y ridiculeces
que en otras condiciones, no saldría a la luz pública, ni se mencionaran
siquiera; es que las elecciones para una minoría aprovechada, es su “modus vivendis”.
Las propuestas de los candidatos llamados
“principales” nadie las conoce, y
aquellos que hacen alguna, la dan a
conocer muy tímidamente y en la etapa
más apasionada y candente de la contienda, para que la gente ni se de por
enterado. Algunos candidatos hacen lo que sea por
conseguir el voto de los indecisos, o por variar la decisión de los que
ya están definidos; cual si se tratase de una certamen de velleza de belleza,
asaltan todos los espacios visuales,
ofendiendo nuestro derecho a vivir en un espacio sin contaminación visual; todo
esto con una única finalidad: llegar o mantener el poder.
Por fortuna, las personas inscritas
en los partidos políticos, no son quienes deciden en la elecciones; quienes
realmente imponen su criterio castigando a los que lo han hecho mal, y
ofreciendo una oportunidad a quienes lo han hecho menos mal, es la llamada
“masa silente”; aquellos hombres y mujeres que no participan en actividades
proselitistas, pero que el día de las elecciones, deciden.
Sin embargo, en medio de esta
avalancha nebulosa, de incoherencias, embustes, y promesas falsas, hay ago
bueno, por lo que no todo está perdido. Mucha gente, se está sumando poquito a
poco, al concierto de voces que novota por el menos malo; si no por el mejor:
por el de mejor propuesta, por el que represente un mejor sentido de
equilibrio, por el menos excluyente, por quienes toma en cuenta los jóvenes,
las mujeres, las iglesias y todas los
sectores que componemos de una u otra forma, la sociedad Dominicana.
El 20 de mayo, concurriremos una vez más a las
urnas, a la llamada fiesta de la democracia, a esta comparecencia están
invitados, 6 millones 200 mil ciudadanos y ciudadanas, de todos los estratos
sociales, y debemos hacerlo con dignidad
y esperanza, sabiendo que al depositar un voto, no solo estamos marcando un
pedazo de papel, sino que estamos decidiendo, quien nos representará, por los
próximos 48 meses y ese no puede ser el menos malo, sino el mejor.
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