martes, 13 de enero de 2015

No procede señor ministro

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Alexander De Jesús Brito
Psicopedagogo
En el 2013 el ministerio de educación abrió las puertas para pertenecer a sus filas como docentes, a muchos de los profesionales graduados de las universidades del país y fuera de el, sin importar el área de especialización, y mucho menos sin importar que tengan o no relación con la labor docente.

En aquella ocasión expusimos por escritos nuestros planteamientos oponiéndonos a dicha decisión  calificándola como un “lamentable desatino”. Y es que en más de una oportunidad y en mucho más de un círculo, hemos sustentados con base legal, y con la experiencia  de 10 años como psicopedagogo, que esta decisión es improcedente y además innecesaria; peor aun resultaría  una estocada mortal al sistema educativo nacional.

En esta oportunidad nueva vez el ministerio de educación convoca a concurso de oposición para quienes quieren pertenecer al sistema educativo, como docente. En este llamado se repite la historia del 2013 y de nuevo se convoca a profesionales que nada tienen que ver con la labor educativa violentando con el llamado la constitución dominicana, la ley general de educación y la el pacto por la educación, hechos que sustentamos a continuación.

Comencemos por la labor científica de educar.  Enseñar no solo es una vocación, sino que también es una labor científica, puesto que la educación es “una ciencia” en tal acuerdo las universidades públicas y privadas, ofrecen la carrera de educación  en sus distintas menciones, como alternativa viable a las necesidades de instrucción que se ciernen en toda ciudadanía. Por tanto en ningún país del mundo se le ocurriría, poner de maestros a personas que no tienen vínculos con la enseñanza, salvo en aquellos casos donde se compruebe existe una emergencia nacional provocada por la falta de esos profesionales, que no es el caso en nuestro país caso contrario resultaría  un retroceso.

En segundo lugar la constitución dominicana en su artículo 63 numeral 5  establece  el deber de Estado  en reconocer  la  docencia  como una carrera  y una profesión, en tal sentido no puede ser una labor improvisada, ni circunstancial.  

En tercer lugar la ley que rige el sistema educativo dominicana es la , 66-97; esta ley en sus artículos 134 y 136, prohíbe taxativamente  la labor docente a otros profesionales que no sean del área de la educación, y solo lo admite para áreas muy especiales; por lo que esta decisión también es una violación a  esta ley, por lo que  de ser acatado  el llamado del ministerio y permitir ingresar a educación  a profesionales de otras áreas ajenas a la enseñanza es pasible de nulidad por violentar la constitución dominicana y la ley general de educación.

Es  oportuno el espacio y la ocasión para dejar por sentado, que  en lo personal no estamos en contra de que otros profesionales  estén interesados en  ser  educadores, sin embargo  también entendemos que el asunto debería ser reciproco,  es decir que un maestro con un año de pasantía en un hospital público, debe permitírsele ejercer la medicina, por ejemplo, o con una instrucción mínima en leyes, se le permita ejercer  el derecho en los tribunales.

Si los médicos, los abogados, los ingenieros,  permiten ejercer en sus respectivas áreas   a profesionales que no sean egresados de sus escuelas, tampoco para educación debe establecerse una excepción. La experiencia de Cuba debe servirnos de ejemplo, ya ellos hicieron lo propio permitiendo que otros profesionales ejerzan como maestros y los resultados  fueron que el nivel educativo de Cuba descendió a niveles tales que en las últimas mediciones regionales que se han hecho en materia de educación, los cubanos no han participado por temor a  no quedar en los lugares privilegiados que siempre han ocupado.


Si de verdad el ministerio de educación tiene la necesidad de maestros  que requiera el auxilio de otras profesiones para suplirlos, la solución  está mejor orientada permitiéndoles a los estudiantes de termino de las diferentes menciones de educación y aquellos que están realizando pasantías tesis o monografías, o que  estudian en las distintas escuelas de formación docente existente en el país que participen en el concurso, comprometiéndolos a culminar sus estudios en el año de prueba que se establece luego de pasado el concurso. Esta salida es más  atinada y no violaría las leyes y la constitución, contrario a lo que ocurriría si otros profesionales  ejercen como docentes  dando paso a un lamentable error. 

lunes, 5 de enero de 2015

La Psicopedagogía Contemporánea

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Alexander De Jesús Brito
La psicopedagogía educativa contemporánea se debate en dos posturas epistemológicas contrapuestas: una perspectiva que asume que los profesores actúan como transmisores de un cuerpo fijo de contenido que envían a los aprendices pasivos, quienes actúan como receptores y donde la enseñanza exitosa implica la transmisión eficiente del contenido que se pretende lograr.
Otra perspectiva supone una participación activa del sujeto que aprende, en tanto el aprendizaje se concibe como un proceso de construcción activa de significados. Si comparamos ambas perspectivas, podemos observar que de éstas, se derivan distintos modelos de enseñanza y aprendizaje que privilegian enfoques, estilos de enseñanza, estrategias de aprendizaje y formas de relacionarse con el aprendiz y el conocimiento, de manera diferente.

En efecto, en tanto el modelo transmisor, concibe el conocimiento como un cuerpo de información fijo, transmitido del profesor o del texto a los estudiantes. Lógicamente, un modelo con estas características trae como consecuencia una interacción maestro-alumno vertical y asimétrica, donde el docente explica, analiza el grado de comprensión y juzga las respuestas correctas del estudiante y éstos, a su vez, replican o memorizan lo que se les ha explicado o modelado.

En cambio, en el modelo de construcción social del conocimiento, el conocimiento se concibe como interpretaciones en desarrollo, construido por medio de la discusión, el estudio y la sistematización. Por consiguiente, la interacción maestro-alumno muestra una horizontalidad y una bidireccionalidad sustentada sobre la simetría. El docente actúa como líder de la discusión, plantea preguntas, busca esclarecimientos, promueve el diálogo y la discusión reflexiva de redes de conocimiento conectados, basados en ideas divergentes.

En este último modelo se enfatizan las aplicaciones a cuestiones y problemas auténticos que requieren de destrezas complejas de pensamiento. Los estudiantes colaboran actuando como comunidades de aprendizaje que construyen conocimientos compartidos por medio del diálogo sostenido.
Desde este enfoque la tarea del docente es enseñar a pensar y actuar y no solo presentar información, sino proporcionar andamiajes que sirvan de soporte a los esfuerzos de aprendizaje de los estudiantes.


Según Clavell y otros (1977) el modelo de enseñanzapor construcción  estaría sustentado en diversos tipos de conocimiento que utilizamos durante el aprendizaje a saber: procesos cognitivos básicos, conocimiento estratégico y conocimiento metacognitivo, los cuales interactúan en forma compleja e intrincada durante el aprendizaje.

A su vez, Beltrán (1987) hace referencia al tipo de habilidades cognitivas que ha de desarrollar el docente, que, a la luz de de este enfoque serían las siguientes: habilidades de búsqueda de información, de asimilación y retención de la información, habilidades organizativas, inventivas y creativas, analíticas, de toma de decisiones, de comunicación, sociales, metacognitivas y autorreguladoras.

Ahora bien, al analizar la problemática de la calidad de los aprendizajes en nuestro contexto socioeducativo, a la luz de las concepciones antes planteadas, nos encontramos con la necesidad de impulsar políticas que focalicen los procesos de gestión curricular del aula, como espacio privilegiado, de toda acción del sistema encaminado a elevar la calidad de dichos procesos.

En la búsqueda de tales propósitos, se hace necesario crear nuevas condiciones, métodos y estrategias que favorezcan los aprendizajes y sobre todo, que hagan más eficientes los procesos y las relaciones que se gestan al interior del aula. Persiguiendo esta finalidad, en algunos países de la Región Latinoamericana, como es el caso de Chile, Colombia y los países de Centroamérica  y recientemente República Dominicana, entre otros, se ha estado retomando, el enfoque de las competencias, como mediación indispensable para avanzar en la concreción curricular.

Según Sergio Tobón (2004) la formación basada en competencias constituye una propuesta que parte del aprendizaje significativo y se orienta a la formación humana integral, como condición esencial de todo proyecto pedagógico; integra la teoría con la práctica en las diversas actividades; promueve la continuidad entre todos los niveles educativos; fomenta la construcción del aprendizaje autónomo; orienta la formación y el afianzamiento del proyecto  de vida y fundamenta la organización curricular con base en proyectos y problemas, trascendiendo de esta manera el currículo basado en asignaturas.

Conviene señalar, no obstante, que el campo de la noción de competencia que actualmente se emplea en el ámbito de la educación, no proviene de un único paradigma teórico como propone Zubiría (2002), sino que se fundamenta en múltiples fuentes teóricas provenientes de la psicología, la lingüística, la sociología, la educación para el trabajo y la filosofía, como se analiza a continuación.


Las Competencias:

Las múltiples definiciones que existen en la literatura sobre el concepto de competencias, la mayoría remiten prácticamente a una misma cuestión: ser competente, es decir, la capacidad de enfrentar la vida, teórica, creativa, emocional y afectivamente, alcanzando los propósitos perseguidos de una manera eficiente.

Ducci (1997) las define como "el conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, una función, una actividad o una tarea". Para Senge (2000) todos los seres humanos, no importa la edad o la condición, tenemos el potencial para alcanzar alguna cosa significativa. La condición fundamental es que se den condiciones favorables para el aprendizaje, al mismo tiempo que las personas sean estimadas. Este importante supuesto, es el que aparece de manera permanente en su concepción de que un aula que aprende es aquella donde se ponen en ejecución métodos y estrategias, así como una infraestructura propicia para que en los procesos de relación que se gestan, todos los actores (o autores como llama UNESCO) fomenten de manera deliberada el éxito de sus compañeros.

En su obra "Escuelas que Aprenden", Senge  nos habla de cinco disciplinas, que al final pueden ser comprendidas como competencias, y que él las entiende como indispensables para el éxito futuro:

Ø  Dominio personal: práctica de crear una imagen coherente de su visión personal, el resultado que anhela obtener en la vida, junto con una evaluación objetiva de la actual realidad de su vida.

Ø  Visión compartida: implica tener un propósito común, que permita aprender a alimentar un sentido de compromiso en un grupo u organización, desarrollando imágenes compartidas del futuro que buscan crear y guías que les ayuden a alcanzar esa meta.

Ø  Modelos mentales: desarrollo de conciencia de actitudes y percepciones, las de uno mismo y las de sus compañeros. Contribuye a definir más clara y honradamente la cotidianidad.

Ø  Aprendizaje en equipos: permitiendo construir un criterio colectivo, movilizando las energías del grupo para alcanzar metas comunes y desarrollar una inteligencia y una capacidad mayores que la suma de los talentos individuales de los miembros del grupo.


Ø  Pensar de manera sistémica: aprendiendo a entender mejor la interdependencia y el cambio.
Estas disciplinas o competencias son adquiridas y desarrolladas a lo largo de un trabajo arduo y constante, donde el tipo de organización (social o intelectual) que ellas generan, inciden de manera decidida a transformar las prácticas individuales y colectivas, propiciando de esta manera nuevos contenidos de la conciencia.

Por su lado Mertens (1996) establece  tres grandes modelos en el estudio de las competencias:
Ø  El modelo conductista, que hace énfasis en el papel de las características de las personas, intentando determinar las características que posibilitan el desempeño exitoso.

Ø  El modelo funcional caracterizado por su perspectiva pragmática y funcional, con énfasis en lo que una persona debe hacer o debería estar en condiciones de hacer.

Ø  El modelo constructivista que pone atención en el carácter emergente de las competencias, teniendo como base el proceso de elaboración por parte de los sujetos o los actores.

En el campo de la psicopedagogía, y de manera particular el de la psicología organizacional, desde el punto de vista de Cowling y James (1997), el concepto de competencias puede ser valorado a partir de los requerimientos que los seres humanos deben exhibir en su relación con el trabajo. Entre estos requerimientos se hace referencia a los motivos, rasgos, concepto de sí mismo, conocimientos y capacidades cognoscitivas y conductuales.

No perdamos de vista, por lo demás, el hecho de que el ser humano, al mismo tiempo que es un ser particular e individual, es un ser social, que se constituye en un proceso social complejo y de toda la vida. Esta dimensión social humana aporta el contexto socio-cultural en que se configura y expresa toda acción humana particularmente en su formación educativa.



domingo, 4 de enero de 2015

La Psicopedagogía Contemporánea

Alexander De Jesús Brito
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La psicología educativa contemporánea se debate en dos posturas epistemológicas contrapuestas: una perspectiva que asume que los profesores actúan como transmisores de un cuerpo fijo de contenido que envían a los aprendices pasivos, quienes actúan como receptores y donde la enseñanza exitosa implica la transmisión eficiente del contenido que se pretende lograr.


Otra perspectiva supone una participación activa del sujeto que aprende, en tanto el aprendizaje se concibe como un proceso de construcción activa de significados. Si comparamos ambas perspectivas, podemos observar que de éstas, se derivan distintos modelos de enseñanza y aprendizaje que privilegian enfoques, estilos de enseñanza, estrategias de aprendizaje y formas de relacionarse con el aprendiz y el conocimiento, de manera diferente.

En efecto, en tanto el modelo transmisor, concibe el conocimiento como un cuerpo de información fijo, transmitido del profesor o del texto a los estudiantes. Lógicamente, un modelo con estas características trae como consecuencia una interacción maestro-alumno vertical y asimétrica, donde el docente explica, analiza el grado de comprensión y juzga las respuestas correctas del estudiante y éstos, a su vez, replican o memorizan lo que se les ha explicado o modelado.
En cambio, en el modelo de construcción social del conocimiento, el conocimiento se concibe como interpretaciones en desarrollo, construido por medio de la discusión, el estudio y la sistematización. Por consiguiente, la interacción maestro-alumno muestra una horizontalidad y una bidireccionalidad sustentada sobre la simetría. El docente actúa como líder de la discusión, plantea preguntas, busca esclarecimientos, promueve el diálogo y la discusión reflexiva de redes de conocimiento conectados, basados en ideas divergentes.

En este último modelo se enfatizan las aplicaciones a cuestiones y problemas auténticos que requieren de destrezas complejas de pensamiento. Los estudiantes colaboran actuando como comunidades de aprendizaje que construyen conocimientos compartidos por medio del diálogo sostenido.

Desde este enfoque la tarea del docente es enseñar a pensar y actuar y no solo presentar información, sino proporcionar andamiajes que sirvan de soporte a los esfuerzos de aprendizaje de los estudiantes.

Según Clavell y otros (1977) el modelo de enseñanza por construcción  estaría sustentado en diversos tipos de conocimiento que utilizamos durante el aprendizaje a saber: procesos cognitivos básicos, conocimiento estratégico y conocimiento metacognitivo, los cuales interactúan en forma compleja e intrincada durante el aprendizaje.

A su vez, Beltrán (1987) hace referencia al tipo de habilidades cognitivas que ha de desarrollar el docente, que, a la luz de de este enfoque serían las siguientes: habilidades de búsqueda de información, de asimilación y retención de la información, habilidades organizativas, inventivas y creativas, analíticas, de toma de decisiones, de comunicación, sociales, metacognitivas y autorreguladoras.

Ahora bien, al analizar la problemática de la calidad de los aprendizajes en nuestro contexto socioeducativo, a la luz de las concepciones antes planteadas, nos encontramos con la necesidad de impulsar políticas que focalicen los procesos de gestión curricular del aula, como espacio privilegiado, de toda acción del sistema encaminado a elevar la calidad de dichos procesos.

En la búsqueda de tales propósitos, se hace necesario crear nuevas condiciones, métodos y estrategias que favorezcan los aprendizajes y sobre todo, que hagan más eficientes los procesos y las relaciones que se gestan al interior del aula. Persiguiendo esta finalidad, en algunos países de la Región Latinoamericana, como es el caso de Chile, Colombia y los países de Centroamérica  y recientemente República Dominicana, entre otros, se ha estado retomando, el enfoque de las competencias, como mediación indispensable para avanzar en la concreción curricular.

Según Sergio Tobón (2004) la formación basada en competencias constituye una propuesta que parte del aprendizaje significativo y se orienta a la formación humana integral, como condición esencial de todo proyecto pedagógico; integra la teoría con la práctica en las diversas actividades; promueve la continuidad entre todos los niveles educativos; fomenta la construcción del aprendizaje autónomo; orienta la formación y el afianzamiento del proyecto  de vida y fundamenta la organización curricular con base en proyectos y problemas, trascendiendo de esta manera el currículo basado en asignaturas.

Conviene señalar, no obstante, que el campo de la noción de competencia que actualmente se emplea en el ámbito de la educación, no proviene de un único paradigma teórico como propone Zubiría (2002), sino que se fundamenta en múltiples fuentes teóricas provenientes de la psicología, la lingüística, la sociología, la educación para el trabajo y la filosofía, como se analiza a continuación.

Las Competencias

Las múltiples definiciones que existen en la literatura sobre el concepto de competencias, la mayoría remiten prácticamente a una misma cuestión: ser competente, es decir, la capacidad de enfrentar la vida, teórica, creativa, emocional y afectivamente, alcanzando los propósitos perseguidos de una manera eficiente.

Ducci (1997) las define como "el conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, una función, una actividad o una tarea". Para Senge (2000) todos los seres humanos, no importa la edad o la condición, tenemos el potencial para alcanzar alguna cosa significativa. La condición fundamental es que se den condiciones favorables para el aprendizaje, al mismo tiempo que las personas sean estimadas. Este importante supuesto, es el que aparece de manera permanente en su concepción de que un aula que aprende es aquella donde se ponen en ejecución métodos y estrategias, así como una infraestructura propicia para que en los procesos de relación que se gestan, todos los actores (o autores como llama UNESCO) fomenten de manera deliberada el éxito de sus compañeros.

En su obra "Escuelas que Aprenden", Senge (Op.Cit.) nos habla de cinco disciplinas, que al final pueden ser comprendidas como competencias, y que él las entiende como indispensables para el éxito futuro:

·        Dominio personal: práctica de crear una imagen coherente de su visión personal, el resultado que anhela obtener en la vida, junto con una evaluación objetiva de la actual realidad de su vida.

·        Visión compartida: implica tener un propósito común, que permita aprender a alimentar un sentido de compromiso en un grupo u organización, desarrollando imágenes compartidas del futuro que buscan crear y guías que les ayuden a alcanzar esa meta.

·        Modelos mentales: desarrollo de conciencia de actitudes y percepciones, las de uno mismo y las de sus compañeros. Contribuye a definir más clara y honradamente la cotidianidad.

·        Aprendizaje en equipos: permitiendo construir un criterio colectivo, movilizando las energías del grupo para alcanzar metas comunes y desarrollar una inteligencia y una capacidad mayores que la suma de los talentos individuales de los miembros del grupo.
·        Pensar de manera sistémica: aprendiendo a entender mejor la interdependencia y el cambio.

En el campo de la psicopedagogía, y de manera particular el de la psicología organizacional, desde el punto de vista de Cowling y James (1997), el concepto de competencias puede ser valorado a partir de los requerimientos que los seres humanos deben exhibir en su relación con el trabajo. Entre estos requerimientos se hace referencia a los motivos, rasgos, concepto de sí mismo, conocimientos y capacidades cognoscitivas y conductuales.

 No perdamos de vista, por lo demás, el hecho de que el ser humano, al mismo tiempo que es un ser particular e individual, es un ser social, que se constituye en un proceso social complejo y de toda la vida. Esta dimensión social humana aporta el contexto socio-cultural en que se configura y expresa toda acción humana particularmente en su formación educativa.