Alexander Britto Psicopedagogo |
El ministerio de educación abrió las
puertas para pertenecer a sus filas como docentes, a todos los profesionales
graduados de las universidades del país y fuera de el, sin importar el área de especialización,
y mucho menos sin importar que tengan o no relación con la labor docente.
En más de una oportunidad y en mucho
más de un círculo, he dicho con base legal, y basado en la experiencia docente,
que esta decisión es un “desatino” y una
estocada mortal al sistema educativo nacional.
Comencemos por la labor científica
de educar. Enseñar no solo es una vocación,
sino que también es una labor científica, puesto que la educación es “una
ciencia” en tal acuerdo las universidades públicas y privadas, ofrecen la
carrera de educación como alternativa viable a las necesidades de instrucción que
se ciernen en toda ciudadanía. Por tanto en ningún país del mundo se le ocurriría,
poner de maestros a personas que no tienen vínculos con la enseñanza, esto
porque además de ser una afrenta, es un
retroceso.
En nuestro país, la ley general de educación,
66-97, en sus artículos 134 y 136, prohíbe taxativamente la labor docente a otros profesionales que no
sean educadores, y solo lo admite para áreas muy especiales; por lo que esta decisión
también es una violación a la ley, por lo que cualquier ciudadano interesado,
acudir ante los tribunales correspondientes, y pedir la revocación de la decisión.
Es bueno aclarar, que no estamos en
contra de que otros profesionales quieran pertenecer al circulo de educadores,
sin embargo si se admite esto, debería ser reciproco para los educadores también;
es decir que un maestro con un año de pasantía en un hospital público, debe permitírsele
ejercer la medicina, por ejemplo, o con una instrucción minima en leyes, se le
permita ejercer el derecho en los
tribunales.
Si los médicos, los abogados, los
ingenieros, provine ejercer en sus
respectivas áreas a profesionales que no sean egresados de sus escuelas,
tampoco para educación debería establecerse una excepción, en contrario
permitirlo seria un lamentable desatino.